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Cuando tuvimos que dejar los ensayos de los miércoles, llegó la incertidumbre. ¿Ahora qué vamos a hacer? ¿Tendremos que dejar los ensayos y hasta cuándo será? ¿Qué pasará con los compromisos de conciertos que teníamos? | |
Con motivo de una nueva canción en nuestro repertorio, Canel Cárdenas nos regala este relato.
REMAR SOBRE EL ASFALTO. A todos los veraneantes de Deva, que en DIVERCORO, tras la marcha de Alicia y Margari, somos aún 15 y seguro que se me olvida alguno, la canción de Boga Boga nos trae recuerdos muy especiales. Todos la hemos cantado alguna vez con, no sé muy bien por qué, especial emoción, Probablemente la causa de esa emoción emane de la cadencia melancólica tan querida por el folklore vasco, porque esta pieza, aunque fue arreglada y transformada para ser asequible a coros y orquestas por Jesús Guridi (1913), a quien se considera el autor, hunde su raíces, como dicen los cronistas cursis, en la música popular de la localidad vizcaína de Ondárroa. Pero a mí, personalmente, el Boga boga me evoca el bautismo de Espartaco. Javier Borrego (de quien me acuerdo por una u otra razón absolutamente todos los días desde su muerte) a finales de los años 60, o tal vez principios de los 70, tenía un SEAT 600 verde y un día decidió darle el valiente y agresivo nombre de Espartaco. Pero claro, menudo era Javier, aquello requería un bautizo al altísimo nivel que merecía el neófito y que correspondía a su amo. Un observador atento se hubiese percatado de que, un atardecer, la mayoría de los miembros madrileños de nuestra pandilla de veraneantes, íba refluyendo hacia una taberna que estaba en la calle Lagasca 61 entre Ayala y Don Ramón de la Cruz. Esa taberna, que se llamaba Peláez, era mi cuartel general y no era el de Javier porque él siempre fue algo más disperso que yo y tenía “varios cuarteles generales” no muy alejados los unos de los otros. Al cabo de un par de horas, ya todos con los motores calientes y funcionando al régimen exigido para estas cosas, salimos de Peláez y, a su puerta, estaba aparcado el 600 al que procedimos a bautizar por medio de un ritual que no recuerdo muy bien, pero que estoy seguro de que, ante la patente debilidad de la chapa de los SEAT 600, no incluía la fractura de la botella de champagne contra el “casco”. Y una vez terminados los actos solemnes… el Boga boga. | Así que unos 15 o 20 tíos, hombres y mujeres, de alrededor de 20 años, nos sentamos en el suelo de la calzada en mitad de la calle de Lagasca, uno detrás de otro en fila india y cantamos la canción que ahora nos ocupa mientras balanceábamos el cuerpo hacia adelante y hacia atrás remedando el movimiento de los remeros al ritmo de la música. |